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A
pesar que la guerra fría terminó hace casi 3 décadas el recuerdo se encuentra
bastante fresco en muchos de nosotros que nos criamos con el holocausto nuclear
en el horizonte. No es que nos levantáramos pensando en ello como se hacía en
los años 50 y 60, pero nunca faltaba una noticia o película que te hacía
sentir que estábamos cerca del precipicio.
El
miedo a que el rose entre la URSS y EEUU nos llevara al aniquilamiento era solo
superado por el miedo al error humano, una falsa alarma mal interpretada o un
loco suelto que apretara el “botón rojo”. Para evitar cualquier error EEUU
implementa en 1960 los famosos “códigos nucleares” que siempre se andan robando
en el cine.
Esto
daba más seguridad ante un error humano, algún psicópata o gobierno extranjero,
ya que por esa época muchas armas nucleares estadounidenses estaban desplegadas
en países poco estables como Turquía.
La
idea era buena, el problema fue que el alto mando militar consideraba de más
riesgo el olvido de los números y letras de los códigos o que los oficiales
encargados de los lanzamientos fueran traicionados por los nervios en el
momento de introducirlos e hicieran cualquier zafarrancho, a un lanzamiento
erróneo o mal intencionado, por lo que decidieron que todos los códigos de todos
los misiles fueran iguales y sencillos. Y que más sencillo que 00000000.
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Cuando
supe de esta historia pensé que se trataba una leyenda de Internet como tantas,
pero después de husmear un poco descubrí que es una historia cierta. Por 17 años
este cúmulo de ocho 0 fue el cortafuegos más eficaz que tuvo EEUU para evitar
un accidente nuclear hasta que un ex empleado de la Fuerza Aérea que terminó
como diputado consiente del riesgo, se movió tras bambalinas para cambiar esto y
luego de mucho batallar, ya que a pesar de lo obvio del disparate las cabezas
responsables resultaron ser bastante cerradas, lo logró y los códigos
actualmente son supuestamente más seguros.
Esta
historia se mantuvo en secreto hasta mediados de los años 2000, que no se bien como
ni porque salió a la luz. Viendo hacia atrás fue una locura más teniendo en
cuenta que hoy día todos nosotros utilizamos contraseña para casi todo, desde
mails y cuentas de Twitter hasta tarjetas de débito y transacciones bancarias
que te exigen nuevas contraseñas cada cierto tiempo con números, letras
mayúsculas y minúsculas que no coincidan con contraseñas anteriores, etc, etc.
Y pensar que en la guerra fría con solo ceros se podía proteger al mundo.
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