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El
té es originario de China y según
cuenta la leyenda hace más de 4000 años el emperador Shen Nung fue su
descubridor cuando hervía agua y mientras avivaba la llama con ramas de dicha
planta una ráfaga de viento hizo que hojas de esa planta cayeran dentro de la
olla con el agua ya hirviendo y el resultado fue la bebida que hoy conocemos como
té.
La
primera referencia escrita que se conoce es de hace más de 2000 años, en un
documento escrito llamado “Normas de trabajo para los criados” del siglo uno
A.C. A los europeos les llega en el siglo XVI y a Inglaterra en el año 1662 de
la mano de la princesa portuguesa Catarina de Branca prometida y finalmente
esposa del rey Carlos II.
En
1840, luego de casi dos siglos de llegar al país la duquesa de Bedford, luego
de sus siestas se levantaba con hambre y decide tomar té acompañado con algo ligero de comer. De ahí se extendió la costumbre
al resto de la nobleza y con el tiempo a todo el pueblo.
En un comienzo no era “el té de las cinco”, sino “el té de la tarde” ya que no
había una hora específica, por lo general la hora indicada seria las cuatro de
la tarde, pero siendo en la tarde no importaba mucho la hora.
Existe más de una versión de cómo se llego a la decisión
de servirlo a las cinco. Una de ellas se refiera a la época del año ya que en
verano a las cuatro hacia demasiado calor por lo que se retrasó hasta las
cinco, con el tiempo se terminó instaurando la hora actual todo el año y se
transformó en “la oficial”.
Otra versión dice que se debe a que las cinco es una
hora más adecuada para la gente que trabaja ya que más temprano la gente común
se encontraba en sus labores. Tomarse un
té en la tarde no surgió en Inglaterra
ya que esta costumbre ya existía en otras partes de Europa, pero fueron los
ingleses quienes lo popularizaron.
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