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Lamentablemente
están de moda los coches bombas, junto a otros métodos sanguinarios entre los
diferentes grupos terroristas y algunas agencias de inteligencia estatales para
hacer llegar su mensaje. Los automóviles son muy atractivos para este tipo de
gente ya que en el se pueden esconder con facilidad una gran cantidad de explosivos,
además de tener la facilidad de armar el dispositivo en un lugar tranquilo para
después transportarlo de formas segura y en un ambiente urbano resulta imperceptible
en el transito hasta el momento de la explosión.
Este
sistema no es originario de medio oriente como muchos pudieran llegar a pensar;
su primer uso conocido como tal se remonta a 1800 en Francia. El 24 de
diciembre Napoleón fue el blanco de este artefacto cuando se dirigía a la opera,
el no resultó herido pero fallecieron unas 20 personas y decenas resultaron heridas.
Entre
los fallecidos se encontraba una joven de 15 años quien fuere la encargada de
manipular el artefacto que consistía en un carromato tirado por caballos que llevaba
un barril de pólvora disimulado como un barril de agua. La joven muerta tal vez
fue la primer terrorista suicida, pero cabe aclarar que no se está seguro si
ella sabia lo que iba a ocurrir o solo fue una víctima más; los ideólogos
fueron un grupo de realistas que intentaban restaurar la monarquía en Francia.
Este
no fue ni el primer, ni el último atentado sufrido por Napoleón a lo largo de
su vida. Ni corto ni perezoso el mandatario aprovecho el atentado para eliminar
opositores y afianzar su poder, por lo que se podría decir que este atentado
tuvo el efecto contrario al deseado por los perpetradores.
Desde
ese 1800 a la actualidad, el coche bomba se ha utilizado y sigue utilizándose en innumerables atentados.
No es mucho lo que ha cambiado desde esa época, los explosivos son más
sofisticados y los coches son de combustión interna, pero el método y las
intenciones son prácticamente las mismas que hace 200 años.
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