"He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar; naves de combate en llamas mas allá de Orión. He visto relámpagos C resplandeciendo en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... igual que lágrimas... en la lluvia. Llegó la hora de morir".
Allá por 1932, 3 años después de la caída de la bolsa, a un tal Bernard London se le ocurrió que para resucitar la maltrecha economía, los productos deberían de tener una vida útil lo más corta posible. Tímidamente un grupo de fabricantes de bombillas o lámparas incandescentes se pusieron de acuerdo para limitar la vida útil de sus productos a unas mil horas.La bombilla de 114 años no existiría si esta idea hubiera surgido un par de décadas antes. Esta práctica se fue extendiendo a todos los productos.
En los años 50 un tal Brooks Stevens acuño el término Obsolescencia programada refiriéndose a este tipo de práctica. La consecuencia de esta práctica es el beneficio directo del fabricante sobre el consumidor que tiene que invertir constantemente en la renovación de los artefactos, la demanda constante de productos agiliza la economía y la percepción de que las cosas de antes duraban más, no es percepción, es realidad. Hoy en día nadie le va a heredar la heladera a sus hijos, al contrario vamos a necesitar varias heladeras en el transcurso de nuestras vidas.
Este sistema no solo nos hace consumir más y más sino que los desechos que generan magnifican los problemas ecológicos y aumentan la escasez de recursos naturales.
Los medicamentos no escapan a esta práctica al reducir los laboratorios la fecha de caducidad de sus componentes. Hoy en día los productos electrónicos son los más susceptibles a este sistema, los fabricantes solo tienen que programar su autodestrucción como me sucedió hace un par de años con la impresora que teníamos en casa. Por esa época no sabia nada del tema y buscando en You Tube una manera de "arreglar" mi impresora descubrí el término. Por suerte encontré un video que explicaba como reactivar la impresora y unos meses más la pude utilizar, hoy tenemos una nueva, ya que a la larga la programación de autodestrucción termina venciendo.
Imagen.
El riesgo que corren las empresas es que la gente sepa de esta práctica, de todos modos no es la única práctica con que cuentan las empresas, solo tienen que cambiarle la apariencia a sus productos para que salgamos a comprarlos, nos gusta tener lo último en todo, así que pienso que ellos no tienen toda la culpa.
También creo que tiene su lado positivo, porque si no fuera por el consumo no habría innovación, nuestras heladeras que duraban toda la vida nunca dejarían paso al frío seco, freezer o a tantos artilugios necesarios e innecesarios que cuentan las heladeras hoy en día.
Considero que en algún momento el tema necesitaría una discusión en la que los consumidores se vieran representados y amparados.
Les dejo un video de un documental que explica la obsolescencia programada mucho mejor que yo.
ES-PEC-TA-CU-LAAARRR!!!... .
ResponderEliminarRecomiendo el video!!.. MUY-BUENO!!...
GRACIAAASS!
El vídeo es bien gráfico, solo somos unos monigotes.
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