lunes, 25 de abril de 2016

El termostato de mujeres y hombres en la oficina.

Si trabajas en una oficina entenderás de lo que hablo.


Imagen.
Todos los veranos es lo mismo, nosotros prendemos el aire y ellas lo apagan. Comienza de manera sutil esperando que nadie se de cuenta y corremos a prenderlo o ellas a apagarlo, pero con el paso de los días se va perdiendo la sutileza y comienza a ganar el enfado y los reproches. Ellas nos tratan de acalorados y alzados; nosotros de menopáusicas (por más que tengan 20 años), es una rutina que se repite en todas las oficinas y la mía no es la excepción.
La refrigeración central del edificio donde trabajo consta de dos motores a fuel oil de más de 30 años, uno de ellos no funciona desde hace varios años y es canibalizado para mantener el motor que funciona. Esto hace que conseguir una temperatura fresca lleve más tiempo por lo que los problemas con las compañeras se agudizan ya que si ellas lo apagan recuperar la temperatura es una odisea.
Este problema que se repite en todas las oficinas se debe a que hombres y mujeres tenemos metabolismos diferentes y en los años 60 cuando comenzó a generalizarse el uso de aire acondicionado se utilizó una formula compleja para calcular la temperatura ideal que incluía el metabolismo solo de los hombres, más exactamente de hombres de 40 años de unos 70 Kg.
El resultado de esta fórmula nos lleva a los problemas actuales en las oficinas, de seguro no fue con la intención de generar diferencia de genero. Hay que tener en cuenta que en los años 60 y 70 el porcentaje de mujeres en las oficinas era muy inferior al actual, además los hombres utilizan ropa y zapatos más abrigados que las damas. Las sandalias y faldas acrecientan la diferencia térmica entre ambos sexos que de por si es de unos 5 grados.
Actualmente se está tomando conciencia de esta “discriminación” y varios estudios recomiendan ajustes en los ambientes de trabajo para equiparar y que todos trabajen lo más cómodo posible; esto va a ser muy gradual ya que se requiere de un cambio de mentalidad en todos nosotros. La próxima vez que en sus trabajos tengan problemas con este tema recuerden que hombres y mujeres somos diferentes y nadie en la oficina tiene la culpa de este problema.  


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